viernes, 11 de junio de 2010

COMENZÓ EL MUNDIAL!




COMPARTIMOS UN CUENTO?
"A RODAR QUE TODO RUEDA"
Por esta época mi papá toma actitudes extrañas, pero en casa ya nos hemos acostumbrado.
Papá va al mercado y trae una bolsa llena de uvas, limones, manzanas, papas, cebollas… Mamá dice:
– ¡No trajiste nada de lo que te pedí! ¿Y las bananas, la lechuga, el perejil, las zanahorias…?
– No sé -dice papá mientras da cabezazos a los limones y los acomoda en la frutera o emboca de taquito las cebollas en el canasto de las verduras.
Lo bueno es que mamá no tiene que pensar qué comida preparar, porque papá almuerza todos los días albóndigas con papas noiset y los mates los acompaña con unos buñuelos riquísimos que prepara la abuela o compra berlinesas en la panadería. Cuando vamos al kiosco pide caramelos media hora, ¡y más vale que tengan, porque sino nos tenemos que recorrer la ciudad buscando caramelos redonditos!
A mamá con el correr de los días se le empieza a inflar la cara como un globo que está a punto de reventar y papá no se da cuenta que es porque está cansada con esta historia de que todo en su vida tiene que tener forma de pelota.
Hasta los mimos de papá cambian.
– Ay qué lindos cachetitos redonditos, parecen una…
– ¡Ya sé una pelota! –dice enfadada mami.
– ¿Cómo te diste cuenta que iba a decir eso? -pregunta papi poniendo cara de sorpresa.
Mamá se muerde los labios y dice “aaammm”. Papá la abraza:
– ¡Venga para acá mi media pelota!
– ¡Tu media naranja! –lo corrige mamá.
Él acepta gustoso la corrección porque las naranjas también ruedan.
Lo que se pone complicado por esta época es que papá nos ayude -a mí y a mi hermanito- a hacer los deberes. A Martín le enseña las letras así:
– La P es un palito con pelota, la Q es una pelota con palito, la D es media pelota y la reina de las letras es la O ¡porque es una pelota perfecta!-dice entusiasmado papá.
El resto del abecedario no se lo enseñó y con los números pasó lo mismo, le mostró el 6, el 8, el 9 y por supuesto el 0.
Todo esto sucedía con cierta naturalidad en casa, hasta la tarde que llegué de la escuela preocupada porque no había entendido nada de un tema que la seño nos dio. Dejé la mochila y dije:
– ¡Hoy tengo que saber cuáles son los parientes de las palabras!
– ¿Qué? –dijo mamá con gesto de entender menos que yo, y eso que ella es grande.
Después de mirar el cuaderno y llamar por teléfono a un compañerito, mamá entendió qué tenía que hacer y se lo explicó a papá para que me lo enseñara a mí, porque ella se iba a gimnasia acuática. Cuando nos quedamos solos con papi hicimos tranquilos la tarea.
– Vamos a escribir la familia de la palabra pelota: pelotita, pelotero, pelotazo…
Y así seguimos con flechitas pintadas con fibras de colores que unían a los familiares entre sí. La tarea estaba terminada pero papá se inspiró en la palabra gol y emocionado decía “gol, goleada, golazo, goleador, Ma… Maradona…” ¡Y una lista de goleadores que ocupó como diez renglones!
Yo guardé el cuaderno en la mochila, pero cuando vino mamá antes de cenar quiso ver lo que habíamos hecho.
– ¡Qué es esto!, ¡qué es esto! –gritaba.
– ¿Qué pasa querida?, ni que hubiéramos hecho un gol en contra –dijo chistoso papá.
Intenté explicarle a mami:
– Escribimos sobre la familia de …
– ¿Familia? ¡Qué familia tengo yo! -decía mamá mientras borraba con tanta fuerza que desintegró la goma e hizo un agujero en la hoja.
– Con lo lindo que había quedado -se lamentó papá espiando por el agujero- lo único bueno que el orificio es redondo como si lo hubiera traspasado…
– ¡Una pelota! –dijimos a coro con mi hermanito.
Mamá después de este episodio hizo una reunión familiar (de humanos no de palabras) y dijo:
– Si esto sigue así, hasta que pase el mundial me voy a vivir a una casilla rodante.
Terminó de decir la frase y al ver la cara de felicidad de papi se dio cuenta del error.
– ¡Magnífica idea! –gritaba papá mientras daba vueltas carnero y como un bicho bolita recorría el comedor- ¡toda la familia nos vamos a vivir a una casita que rueda!
Y así lo hicimos. Hasta que termine el mundial de fútbol en casa todos vivimos sobre ruedas redondas que ruedan como una pelota y, por lo que veo por la ventanilla durante los entretiempos, todo el mundo anda sobre pelotas que ruedan redondas como ruedas de una casilla rodante.